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Todos hemos tenido una crisis con nuestra piel. Los poros enormes, los granitos, las manchas, las arrugas, el enrojecimiento… ¡la lista es interminable! Todos queremos una piel sana y radiante, por lo que hay que saber bien qué está bien y que no a la hora de cuidar tu piel. Aquí te decimos los do’s and don’ts.
Es un hecho que la piel es el último órgano en recibir nutrientes, lo que significa que en situaciones estresantes y especialmente en estos meses de verano, ¡hay que tomar mucha agua! Es esencial para una piel saludable, pues elimina las toxinas del cuerpo y ayuda a mantenerlo funcionando correctamente.
La hidratación es la clave para una piel saludable, ya que previene la pérdida de elasticidad, la aparición de líneas de expresión, resequedad, piel apagada, sensible y el desequilibro de humedad en la piel, el cual puede llevar a un exceso de brillo e imperfecciones.
La lista de beneficios es larga, pero lo más importante es que te ayuda a despertar la circulación de la sangre en áreas delicadas como los ojos. Solo necesitas unos minutos durante la mañana o la noche y desde el primer día empezarás a notar las diferencias como la disminución de líneas de expresión, más firmeza, y luminosidad.3
Lo ideal es exfoliar al menos una vez a la semana para limpiar, retirar las células muertas y hacer espacio para la regeneración de nuevas. Esto ayuda a prevenir la aparición de acné y puntos negros. Así mismo, al incorporarlo a tu rutina de cuidado y limpieza te va ayudar a tener una piel mucho más suave, limpia, tersa, luminosa y con mejor textura. Ojo: Todo en exceso es malo y sobre exfoliar puede hacer que tu piel se vuelva sensible.
¡Importantísimo! Este paso nos asegura que al lavar nuestra cara, estamos eliminamos cualquier resto maquillaje, polvo o suciedad que haya quedado en la piel y en los poros durante el día por la constante exposición a la contaminación, a la tierra y al sebo que produce nuestra piel. Hacerlo con constancia nos permite prevenir la aparición de acné, líneas de expresión y puntos negros en la piel.
Sin duda, es el paso más importantes en tu rutina de cuidado pues la protege de los daños que pueden llegar a provocar los rayos UVA y UVB, así como del envejemciento prematura. No olvides re-aplicarlo cada dos o tres horas, para mantenerte protegido todo el día.
Probar demasiados productos y cambiar constantemente tu rutina de cuidado de la piel puede llegar a irritar tu piel. Lo ideal es encontrar una rutina que cubra todas la necesidades de tu piel para a mantenerla equilibrada y sana. Cuando dejes de notar efectos positivos, entonces es hora de cambiar.
Todos somos culpables de utilizar productos que algunas veces no beneficien a nuestra piel, Quizás lo hiciste porque encontraste uno popular o te lo recomendó la amiga de tu mamá, pero no olvides que es muy importante investigar todos y cada uno de los productos que estás utilizando y asegurarte de que no tienen ingredientes que simplemente no van contigo.
Es más fácil decirlo que hacerlo, pero la realidad es que entre más te toques la cara, más probabilidades tiene de que te salga acné y hasta manchas. De igual forma, jalonear la piel demasiado puede irritar la piel sensible y en los peores casos la psoriasis o el eczema.
Al tomar una baño caliente, estás quitando los aceites naturales y las proteínas de la piel que la mantienen saludable. Además, puede llegar a causar enrojecimiento, sequedad e inflamación. Así que tu mejor aliado para cuidar tu piel es una buena ducha fría (o tibia).
Todos hemos tenido un granito, espinilla o algún punto negro y junto con ellos, la tentación de tocarlos y exprimirlos. Esto es súper malo porque lo único que logras haciéndolo es lastimar tu piel y ponerla en riesgo de una posible infección y futuras cicatrices.
Hoy en día, tenemos acceso a todo tipo de información vía internet y eso es padrísimo, pero una de sus desventajas es que no hay forma de saber si proviene de una fuente confiable o no. No te conformes con el primer artículo o reseña que te encuentres, siempre investiga y pregunta hasta que no te quede ninguna duda sobre tu tipo de piel, producto o ingrediente.
La realidad es que no existe una rutina, paso o producto milagroso que te de una piel perfecta de un día para otro. La constancia es la clave y va a tomar tiempo, pero créeme, los resultados valdrán la pena y tú misma te lo agradecerás. No olvides conocerte a fondo, junto con cada una de sus características y sus necesidades. ¡Así lograrás la mejor versión de ti!